jueves, 28 de mayo de 2015

Otra ceniza más




Otra ceniza más 

Daría al aire vacío, palos de ciego
por si puedo romper tu nombre en pedazos
-en algún punto del espacio se que te hayas-
pero solo daría vueltas como un pelele,
palo en mano, al viento callado de la herida.

Me abriría el pecho con cuchillas 
para sacarte, palabra por palabra, 
la dicha que me persigue,
pero sólo me embadurnaría en vano de rojo 
con el barro del que me hiciste bella a tus ojos.

Me golpearía la cabeza por si pierdo de pronto tu imagen,
y una gracia de amnesia cura mi dolor perpetuo,
pero temo que estés más adentro: 
En mi historia; mi genética;
en los sueños que un día fueron encarnados
y vividos tan intensamente 
como ahora escuece y pica el alma.

Tanto, como el daño que no se cierra, 
es saber lo irremediable de tu perdida.
Mientras otras tantas cosas imposibles 
podrían vencerse, doblegarse, permutarse,
superarse, convencerse, conquistarse 
y enamorarse de nuevo.

Pero tu nombre sigue ahí 
como una letanía sin el fin que persigue.

Encarnado cada vez que te veo con otros ojos
intentando dejarte solo como una sombra, un eco,
a ver si la puesta de sol te mezcla con la noche,
a ver si la montaña te pierde para siempre entre sus caderas.
Pero regresas cada despertar con tu luz y tu pensamiento en mí.

Desesperada, al final, me engaño en otros brazos
y pronuncio en otros cuerpos, sus nombres para sacarte de mi retina,
para acostumbrarme ya no más a tu sonoro nominativo.
Mientras, arranco sin piedad lágrimas de gozo y gemidos de alegría,
por el reencuentro de lo perdido en otra bocas, otras vidas.
Pienso que tú me abandonaste sin apenas dejar rastro.
Que murió sin darle duelo y ya no hay remedio que lo cure.

Sufro entonces eternamente por no ser tu carne
la receptora de mi arte, mis besos y caricias; 
mis abrazos y palabras sabiamente susurradas.
Por ser ciego, sordo y mudo a mis esfuerzos.

Son intentos vanos y patéticos por regresar
a los tus ojos que me miraban desde tu Itaca, 
al escuchar el vuelo de mis labios
pronunciar ardientes palabras, ciegas de amor.

Por que tuviste fuerza para otras 
y te desilusionaron al darlo todo….
y ya ves, si regresaras, aquí solo queda ceniza.